Dentro de esta primera parte del contenido del programa para los más pequeños, destacaban sobre todo los cuentos. Cuentos, que narrados por la propia presentadora, transmitían entre sus valores la importancia del vínculo familiar, el amor y respeto a los padres y a las personas mayores, los sabios consejos de aquel que tiene experiencia, la importancia de hacerle frente a los caminos difíciles a pesar de las adversidades y saber elegir bien el camino correcto, la necesidad de ser un buen niño/a y cumplir con tus obligaciones, de ayudar en el hogar, de colaborar entre los hermanos, de aprender, la importancia de estudiar y no ser un vago, la astucia, la solución adecuada de los problemas....
Valores que se ejemplifican a través de historietas que narran las consecuencias negativas que te pueden pasar si no cumples con ellos, si no los pones en práctica y tienes comportamientos inmorales. Cuentos en los que se aprecian los roles de las mujeres y los hombres de la época, donde la mujer o niña en los cuentos ayuda a su madre y el hombre o niño realiza aquellas tareas que según narran las historias, eran muy pesadas para realizar por la mujer. Roles que si entendemos dentro de la ideología de la época entran dentro de la normalidad y que desafortunadamente hoy día aún siguen presentes en las mentes de muchos. Pero que sí trasladamos a los cuentos de nuestra época, como la cenicienta, al menos no se exalta la figura de la mujer, su belleza y la espera incansable a lo largo de la vida de su príncipe azul para poder tener un final feliz. Aquí al menos,desde nuestra perspectiva, se resaltan valores más enfocados a la verdadera realidad y necesarios en todos nosotros; aunque muchos de ellos, si miramos a nuestros niños, parece que ya no existen, alguien se los llevó: muchos niños ya no respetan ni a sus padres, ni a los mayores y muchos menos a sus profesores. No ayudan en las tareas del hogar, se pasan el día jugando a los videojuegos y no tienen ningún tipo de motivación hacia el estudio. Además si analizamos su vocabulario, con ocho años muchos de ellos saben a la perfección todos los insultos habidos y por haber. Por lo que quizás, deberíamos volver a emplear este tipo de cuentos para inculcar de nuevo estos valores que parece ser que se han perdido en nuestras nuevas generaciones.
Estos cuentos eran narrados a través de dibujos confeccionados a mano o en una especie de guiñol con marionetas que amenizaban a su público. Cuentos que no “comienzan con había un vez” o “en un país lejano”, sino que toman como marco de desarrollo un país real, como China, Suecia... por lo que los niños pequeños podían comenzar a tener constancia de los diversos países que forman el mundo entero.
Sin embargo, no desarrollan la capacidad crítica y reflexiva del niño, sino que se limitan a dictarles los valores morales y cívicos que son necesarios en la sociedad, es decir lo que tenían que hacer y de dónde no se podían salir porque era lo que había, lo estipulado por la ideología y el régimen autoritario todavía presente en aquel momento. No obstante, no dan lugar a la violencia sino a la resolución pacífica de los problemas, pidiendo sobre todo consejo, y el tono de voz con el que son narrados conduce a la calma, a meterte dentro de la historia y hacerla tuya. Intentan que el niño/a se refleje en el cuento y corrija los posibles errores de su comportamiento que puedan estar cometiendo o refuerce positivamente aquellos que ya tiene como propios.
Estos cuentos se ajustan a las capacidades cognitivas de los niños a los que va dirigido, aunque consideramos que en algunos casos, un niño de 3 años podía tener dificultades para comprenderlo a la perfección, pudiendo de igual modo, poder abarcar a un público mayor de los 6 años de edad; ya que los valores que transmite para que los niños pongan en práctica es bueno que sean reforzados y adquiridos por todos los niños de todas las edades. Aun así, suponemos que en el momento en el que comenzaba el programa todo el público que lo seguía, lo vería al completo, por lo que se enriquecerían todo su público por igual por igual.
Continuando con el análisis dentro de este programa encontramos un apartado muy interesante: un concurso, pero no un concurso cualquiera, sino desde nuestra perspectiva, ampliador de conocimientos y conocedor de información del mundo artístico, cultural y deportivo de la época.
En este concurso, a través de votaciones realizadas por los propios niños, se elegía a las personas más destacadas del momento en el mundo artístico, cultural y deportivo, así como los programas, revistas, personajes e instituciones más populares entre los niños y los adolescentes. Como por ejemplo, el mejor escritor/a, mejor deportista, mejor cantante, actriz, actor, mejor programa infantil y juvenil o el mejor tbo o revista infantil.
A las personas e instituciones elegidas se les entregaba un trofeo y semanalmente se sorteaban 40 juguetes entre los niños y las niñas que hubiesen votado.
Argumentando lo citado anteriormente, este concurso ampliaba conocimientos e informaciones porque los niños para votar debían conocer a quién votaban, así como saber porqué le otorgaban su voto, y para ello debían buscar información, reflexionar... Esta búsqueda de información conducía a los niños a conocer qué pasaba en su sociedad, cómo eran los agentes de la misma y las instituciones y poder así juzgarlos como los mejores o peores.
Dentro de este programa, para poder abarcar a todo el público al que iba dirigido, podíamos encontrar, durante la hora aproximada que duraba y los cinco días de la semana que se retransmitía, diversas programaciones que además de alegrar las tardes de todos los niños inculcaba valores y hacía que nada fuese igual a lo anterior, teniendo continuidad todos los pequeños apartados que emitía.
Así podíamos encontrar dibujos como “Ábrete sésamo” o el “oso yogui” tanto para los más pequeños como para los más mayores, que se empezaron a retransmitir a través del programa “un globo, dos globos, tres globos” y que como consecuencia del avance de la televisión y la apertura poco a poco de España al exterior, procedían de otros países y fueron adaptados para ser transmitidos en España por el auge que tenían y encontrarse dentro de los “buenos” valores.
Dibujos, que además de entretener transmiten las consecuencias positivas de hacer frente a la vida con buen humor, la importancia de confiar en uno mismo para conseguir las metas que nos marquemos, la pasión por las personas por el simple hecho de serlas, las emociones que existen y la importancia de conocerlas y sacar las positivas, dejando atrás aquello que causa dolor o puede incomodar o hacer daño a otras... Dibujos que nada tienen que ver con lo que los niños de nuestros días ven.
Finalmente, dentro del programa de “un globo, dos globos, tres globos”, con un gran contenido en valores adaptado a todo su público, encontramos también apartados más didácticos y educativos en cuanto al reforzamiento de la enseñanza formal se refiere, es decir, contenidos que reforzaban aquello que formaba parte del ámbito escolar como tal, a través de manualidades y explicaciones académicas como podía ser aprender a medir sin metro, conocer las diferentes medidas que existen, realizar operaciones matemáticas, reforzar las letras, aprender a hacer tareas domésticas..., poniéndolo a su vez en práctica y animando a que los niños hiciesen los ejercicios desde casa. Así que este programa se encuentra también dentro de la definición de televisión educativa; pues sus contenidos no sólo refuerzan la enseñanza formal, sino también sirven de apoyo a la educación que se proporciona dentro del ámbito familiar y contribuyen, desde nuestra perspectiva, a la formación del autoconcepto y personalidad del niño en valores aptos que garanticen su vida en sociedad, valores que lo enseñan a convivir y a respetar.
Pero ahora bien, volviendo a la pregunta que nos venimos haciendo ¿qué programas ven ahora los más pequeños? ¿forman parte realmente de la definición de televisión educativa?
Esto es un ejemplo de ello:
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